Siglo XXI..., según la UNESCO el 40% de los países más pobres no apoyaron a los alumnos en situación de riesgo durante la crisis del COVID-19 e insta a la inclusión en la educación. Menos del 10% de los países cuentan con leyes que ayudan a garantizar la plena inclusión en la educación...
¿Qué nos está pasando?. La pregunta del siglo.
No sabemos qué hacer para solucionar los problemas pero sin saber que hacer sabemos que no hacer para darles una respuesta o al menos si la sabemos nos excusamos de no poder llevarla a cabo.
La cuestión es que probablemente si reflexionásemos acerca de los problemas ajenos al igual que lo hacemos para los propios, quizá, por no decir seguro, que encontraríamos respuestas a cuestiones que en base a la pasividad, desconocemos.
Centrándonos en el ámbito educativo, es prácticamente lamentable que en el mundo actual haya tantísima ignorancia y desprecio, realmente somos circunstancias que nunca elegimos ser... por ello, sería oportuno reconocer, que lo que para nosotros es algo cotidiano para otros sería todo un sueño.
Vivimos en el aparentar algo que realmente no somos y eso mismo pasa con la educación. A veces el país que más parece que tiene, quizá sea el que menos tenga porque si realmente tuviese, partiendo de un razonamiento lógico, no deberían de existir países estancados en la pobreza incapaces de levantar cabeza a pesar de sus continuos esfuerzos... y no me refiero al típico ámbito político, sino al pueblo en sí. Aquellos que son iguales que nosotros pero con distinto punto de partida...
Somos conscientes de todo ello,pero no interesa, ¿sabéis por qué no interesa? porque es mucho más fácil quejarse bajo un techo, sobre cuatro absurdos asuntos que lejos de lo que conocemos serían descritos como contundentes.
Supongamos que nos vamos de vacaciones al pueblo unos días para disfrutar en familia, la climatología no nos acompaña en sus mejores condiciones y resulta que comienzan fuertes vientos, ¿qué hacemos: lo lógico, no?, nos metemos en casa y cerramos la puerta. Eso mismo, aunque ahora suene un poco disparatado, hacemos en nuestro día a día, en cuanto vemos que se tuerce la situación por muy ínfimamente que sea, tendemos a buscar refugio;es decir, nuestra zona de confort: aquel lugar donde nadie nos cuestiona, nuestro lugar seguro. Muy bien, es maravilloso, entiendo a la gente que prefiere vivir de manera apacible, ¿quién no quisiera sentirse bien acoplado en la sociedad actual, en la cual todo gira entorno a la dichosa apariencia?
Todo esto lo comento para que intentemos reflexionar y de cierta manera, aunque parezca lejano, podamos ver el enlazado que presentan nuestras actitudes diarias con el entorno educativo mundial.
Retrocediendo a la metáfora, pensemos que los fuertes vientos son las crueles realidades, los continuos datos de los cuales somos conocedores, como el que se aporta al principio del texto, por lo tanto, somos conscientes de lo que ocurre en el mundo pero esperamos a que quizá el presidente, algún diputado, ministerio... actúe.
He ahí la cuestión, ¿por qué esperamos a que actúen ellos, ¡actuemos nosotros!, aprovechemos la oportunidad y sobre todo la suerte, es considerable este término: suerte, sin ella igual estábamos sonriendo por el simple hecho de poder tener un lápiz en la mano, y es que o nos pasamos o no llegamos, como dice un refrán: ni tanto, ni tan poco.
Mientras en algunos países vivimos estresados por y para la educación, en otros solo desean poder presenciar una clase y tener un profesor que imparta acerca de sumar, restar, dividir y multiplicar, al menos para evitar la manipulación y el engaño de jóvenes indefensos que lo único que pretenden es avanzar rodeados desgraciadamente de obstáculos.
El polímata Jean-Jacques Rousseau decía algo tal que así “ el hombre es bueno por naturaleza, es la sociedad la que con sus acciones lo corrompe”. A mi parecer el ser humano está tan desgastado moralmente que en muchas ocasiones te hace dudar de dicha famosa reflexión filosófica.
Para algunos el valor de la vida se basará en el dinero, para otros en la salud, el trabajo.... en fin cada uno tendrá sus motivos para ser feliz, pero ¿qué me decís de la sonrisa? ¿Qué mejor que una sonrisa? Representa tanto, que sin decir nada te lo dice todo. Imaginaros si dejásemos a un lado la pereza que invade la sociedad actual del confort y nos adentrásemos en el camino de la justicia... sería brillante.
A fin de cuentas, mi intención es animaros a la búsqueda de una educación justa para todos los niñ@s que la deseen y que no tengan la posibilidad de alzar la voz, no dejemos que la mala fortuna invada sus vidas, porque al igual que nosotros, también tienen derecho a triunfar, seamos nosotros quienes guiemos el destino y no este a nosotros, dicho con otras palabras, luchemos por hacer visibles a aquellos que luchan por serlo y no tienen vía de acceso, desenrosquemos entre todos el “tapón” que los retiene, seamos la repentina luz de aquellos que ya se agotaron de buscarla,recordemos que el miedo brilla muchísimo más con las luces apagadas.
Que el pan de hoy no se convierta en el pan de todos los días, cambiemos, exploremos y sobre todo empaticemos con aquellos pequeños que se recorren kilómetros y kilómetros diariamente para poder aprender.
A veces me pregunto, ¿quién le puso a un juego tan sencillo como lo es la vida todas estas trampas?
Par finalizar hay un fragmento filosófico con el que me gustaría despedirme, dice así: “Aunque sea una tarea difícil luchar contra la ignorancia, la manipulación y el error, no debemos olvidar que es una tarea colectiva y su éxito dependerá de que sepamos mantener una sociedad abierta, tolerante y preocupada por la investigación y la verdad, la tarea deberá abordarse de manera permanente y colectivamente, el conocimiento no es patrimonio de ningún grupo, sino de toda la humanidad. Por eso es importante reconocer y defender el derecho universal a la educación”.